Por: Danitza Rojas Genao
Èsta, la sociedad del conocimiento que se nutre cual vampiro abriendo
del talento, arrojo y ganas por sobresalir de las mujeres valiosas, trata con desdén
a las féminas que intentan salir adelante, lo trágico es que el gran porciento
de este daño sale de expresiones naturales de otras del mismo género que dicen:
¡wao te apuesto que consiguió ese cargo, porque se acostó con el jefe¡, caramba
esas mosquitas muertas son las más peligrosas, se nota que está hecha, no
entiendo porque siempre ella quiere brillar y ser la primera.
Que las críticas más duras y las expresiones más ásperas a
las mujeres provengan de otras del mismo sexo, posiblemente es lo mas doloroso
e inaudito, ya que muchas además del género, compartimos el dolor de no recibir
las mismas oportunidades, además del respeto en lo laboral y la consideración social
de la que disfrutan los hombres.
Indiscutible es la verdad, de que muchas han pasado por
experiencias dolorosas de maltrato y exclusión en las que no se le han ofrecido
las mismas oportunidades de educarse y salir adelante que a los hombres y por
lo tanto no han podido desarrollarse de manera óptima, lo que les ha provocado
cierto rezago y molestia, y lo que mas indigna es que ante ese dolor, se
arremeta contra sus iguales.
Todavía hay muchos que no alcanzan a captar la magnitud de
reto de ser mujeres en una sociedad compleja, la lucha de las mujeres es tan
diversa que en este tiempo ha tenido que migrar de manera rauda de los espacio donde habían masculinos y se ha
situado en los lugares comunes de mujeres, ya que las nuevas antagonistas somos
las del mismo sexo, compartimos peluquera, manicurista y hasta ginecóloga, nos
encontramos en espacios comunes lo que hace que el daño pueda tener una magnitud
mayor, los epicentros donde se forman las críticas más acérrimas contra mujeres
son ahora las oficinas, tiendas e instituciones.
Que una mujer tenga que ganarse el espacio en un ambiente de
hombres es totalmente comprensible, lo que resulta complejo y no hace sentido,
es que nosotras tenemos que convertirnos en defensoras de nosotras mismas
frente a otras de nuestro género, deberíamos ser las primeras en regalar likes,
comprar boletas o inscribirnos en los cursos que otras mujeres organicen.
Pudiéramos ser nosotras las super heroínas de nosotras mismas
las que le dijéramos a las niñas pequeñas deberías parecerte o mira que bien lo
hace la profesional, la vecina, la amiga, tristemente las madres enseñamos a las niñas a ser rivales, las
maestras promovemos el antagonismo en las aulas y vivimos en la sociedad de la
individualidad en la que se promueve que primero estás tú y que todo lo demás
debe esperar, valen mas las horas en el gym o en la estética que los años en la
universidad, hace mas sentido una influencer
que muestra carne que una mujer que forma su familia.
Hay una mujer que se emplea en hacerlo bien que se enfoca en
poner su toque personal a lo que le corresponde y que trabaja sus metas para poder dar los pasos que necesita
dar, hay una mujer que sabe que necesita de las demás, que valora el rol
masculino y que no pretende competir, hay una mujer que ha aprendido extender
su alas sin la imperiosa necesidad de mutilar o cortar las alas de quién este
en cerca, hay una mujer que ha utilizado sus sueños como la gran red sobre la
cual se va a mover cuando sea necesario.
Empecemos a ser sororas y respetuosas de las demás,
utilicemos la empatía para establecer relaciones con otras mujeres, hagamos conexión
con mujeres que tengan ideas parecidas y mezclémonos con las que tienen ideas
muy diferentes a todas les aprenderemos, ya que la otra no es mi enemiga o la
competencia en la otra hay otra mujer que está haciendo lo que le gusta y lo
que le hace feliz al igual que yo.