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jueves, 25 de noviembre de 2021

Pareciera que la familia ya perdió; pero se resiste a ceder su espacio.

 



Por: Danitza Rojas Genao

Ante la sociedad del conocimiento muchos quisieran apostar a la caducidad de la familia y a que cada vez es menos mas débil, la familia tiene de frente un competidor muy fuerte al que no puede castigar, encerrar o detener y es la sociedad de la información y la comunicación.

Paradójicamente la misma sociedad se resiste a dejar morir la familia y lo que representa, ya que este heterogéneo grupo está en capacidad de reinventarse y unificarse cuando es necesario.  La familia ha pagado el precio de sus errores, sin dudas el haber creído que cerrados tendríamos mas control es un modelo que caducó, descubrimos que la inadaptación, depresión y suicidios fueron las respuestas, soltar lamentablemente les ha traído como respuesta a muchos ver en sus hogares adicciones y decisiones sexuales insanas.

La familia necesita elevar su puntuación y establecer genuinamente su concepto con claridad, lo que implica conectar con la idea de que no quiere ser o convertirse para sus miembros.

 Para muchos la familia es similar a una cárcel; hay reglas y solo hay que acatarlas sin poder modificarlas, como en toda cárcel se espera cumplir un tiempo dentro y si pueden escapar lo harán con alcohol, drogas, internet o mudándose con alguien más.

Erróneamente se ha construido la familia hospital, sus miembros solo llegan cuando son heridos emocionalmente o golpeados en su economía, la necesidad de auxilio familiar les hace permanecer dentro, una modalidad insana, pues la familia debe permitir el desarrollo de las herramientas que serían los anticuerpos necesarios para enfrentar la vida.

La sobreexposición a las redes ha creado las familias vitrina se muestran armónicas imágenes como de maniquíes, olvidando las emociones, retos y temores que viven sus miembros, se ha perdido la riqueza de disfrutar de lo verdaderamente simple, cuando se procura el mostrar como prioridad,  esta familia debe repensarse.

En la familia confesionario se ha distorsionado el concepto de comunicación, se promueve entre sus miembros solteros o casados abiertamente que confiesen sus proyectos, vivencias y experiencias, lo que impide poder crear una relación de libertad y respeto, imposición que despersonaliza a quienes, sin importar la edad, son sometidos a esta tortura, el resultado será mentiras y baja confianza en el sistema familiar.

Para mantenerse en la pelea, las familias deben abrirse a sus miembros, inspirándolos a crecer intelectual y emocionalmente, motivándolos a avanzar hacia sus propósitos individuales, sabiendo que ellos forman parte de un conglomerado unido con el que comparten sentimientos de afecto, empatía y solidaridad que se llama familia.

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