Angie Lugo
Manuel Bueno
Cuando
hablamos de disciplina en el hogar nos estamos refiriendo a enseñar actitudes, conductas
o hábitos que son socialmente aceptables, aquellas que permitan formar
ciudadanos de bien.
El
problema es que muchos padres entienden que la disciplina se logra sometiendo a
la obediencia de manera arbitraria, entendiendo que podrían perder el control,
por tener que domar un ser con tendencias inclinadas inevitablemente al mal.
John
Locke, filósofo inglés del siglo XVIII, dijo que los niños son como una “tabula
rasa” en la cual los padres escriben lo que consideran, y que los niños son máquinas
sin la capacidad de hacer andar su propio movimiento. Otros llegaron a decir
que los niños son lobos y la sociedad es que los doma, mientras que otros entienden
que son objetos, en lugar de pensar que son sujetos de derechos.
De
estas concepciones se deriva que disciplinar sea agresivo e impositivo, se observa
en frases como: “Siéntate”, “cállate”, “porque yo lo dije, y punto”; y
en su afán por construir están destruyendo.
Uno
de los principales aspectos que debe tomarse en cuenta cuando falle la correcta
disciplina en el hogar es preguntarse ¿Cuál es la naturaleza de los niños? ¿Son
lobos o corderos?, ¿Son objetos o sujetos?, y romper con los paradigmas
mentales obsoletos, arraigados sin sentido, de herencia inconsciente, para producir
entonces, un cambio en el pensamiento y cambios en el abordaje del problema de
disciplina.
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