Por:
Berkis María Lantigua Padilla.
Mary Javier Sánchez
Belkis Carmen Cordero
Una de las mayores preocupaciones de los
educadores de hoy día es la integración de la familia al quehacer educativo, en
los últimos años hemos sido testigo de los proyectos que desde el MINERD se han
propiciado para que los padre, madres y tutores sean partícipes de la educación
de sus hijos-as, con la finalidad de lograr una formación integral en nuestros
niños-as y adolescentes.
Si realizamos una mirada
general a la participación de los padres en las escuelas de nuestro alrededor
notaremos la falta de integración de los mismos a las tareas que como tutores
tienen.
Cabe resaltar que unos
cuantos se acercan de manera continua a verificar la conducta de sus hijos,
explorando las calificaciones y mantienen una pequeña conversación con la
maestra tutora del grado; es entonces que nos hacemos las interrogantes ¿Es eso
suficiente? ¿Puede la escuela educar sola?, si bien es cierto que los
educadores están formados para enseñar, para trabajar con niños, no es
suficiente los esfuerzos que estos puedan realizar en 5 horas clase, cuando el
resto de las horas del día es responsabilidad de los padres y/o tutores el
velar por el bienestar de estos.
Es en la escuela donde en
muchas ocasiones de detecta la falta de integración familiar y la poca armonía
con la que estos se desenvuelven en el seno familiar, es urgente la necesidad
de las familias integradas a la escuela, al proceso educativo, a las
actividades extracurriculares que desde los centros se realizan, pues la
familia en la sociedad juega un papel preponderante, y son inútiles las
enseñanzas de la escuela cuando no hay formación en los hogares.
Es preciso aunar esfuerzos,
con miras al fortalecimiento de la relación escuela- familia, en procura de una
mayor integración de los padres, madres y tutores y por ende, mayor calidad
educativa, expresadas en formación, educación y valores.
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