Por:
Vianne B. Rosario, Antonia Diaz y Katherine A. Pimentel.
El género es una construcción social. La familia,
la escuela, la iglesia y los medios de comunicación, como agentes
socializadores de la cultura, son instituciones encargadas de conformar el
género a través de los procesos de interiorización que van definiendo nuestras
identidades.
En la República Dominicana existe
una educación sexista que da, a partir de la niñez, roles diferenciados a
hembras y varones. Los varones son educados para la vida pública, mientras las
hembras son enfocadas a la vida privada del hogar.
La construcción de la
subjetividad femenina en la República Dominicana, se va configurando desde la
infancia. A las niñas se les educa, culturalmente para ser madres, responsables
de los quehaceres del hogar, sumisas, cariñosas, dependientes, etc. A través de
los juguetes e historias infantiles (juegos de cocina, muñecas, cuentos de
princesas) van aprendiendo el rol estereotipado de género que la sociedad
“espera de ellas”.
En cambio, a los niños se les dan
juguetes de pistola, carro, bicicleta, bate, etc. y así se les educa para ser
independiente, violentos y dominantes. Al varón se le induce a ser poco
expresivo en sus emociones, porque le coartamos la expresión de sentimientos al
decirle que “los hombres no lloran” e impedimos que se acerque al rol paterno
porque “los niños no juegan con muñecas”.
Los patrones de crianza también
reproducen desigualdad en la conducta sexual, dando mayor independencia a los
varones que a las mujeres, de manera que en ellos las prácticas sexuales sean
aceptadas y celebradas, mientras que en ellas sean repudiadas y
discriminatorias.
Partimos de desigualdades que
deben motivar una educación para que hayan más hombre que respeten a las
mujeres y mujeres que se respeten a sí mismas; el trato digno en el ámbito
familiar, escolar e institucional; instaurar nuevas formas de vida, nuevas
formas de estar en el mundo; empoderar sobre temas fundamentales para el
desarrollo de nuevas generaciones de niños/as, jóvenes, adolescentes, hombres y
mujeres.
La escuela del siglo XXI está
compelida a un cambio de paradigma en la educación afectiva-sexual, derribando
estereotipos y prejuicios de género.
Las
autoras son Educadoras
muy muy buena observacion y planteamiento del problema fue muy claro con lo que has dicho. me ha gustado mucho y estoy de acuerdo con tu punto.
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