Ramona Margarita Rodríguez De La
Cruz
La familia Dominicana,
en el transcurrir del tiempo ha experimentado
una serie de cambios: se ha incrementado el número mono parental de familia,
mayor participación de la mujer en el mundo laboral, familia formada por
adolescentes sin la debida madurez emocional, parejas del mismo sexo que
conviven bajo el mismo techo.., es así que las familia dominicana, al igual que otras familias del mundo está en
crisis.
A nuestro
parecer el grado más crítico de la
familia Dominicana en las últimas décadas está en la carencia de una oferta en la
formación de valores, es el resultado de la privación a que ha sido sometida y
como se apunta más adelante es el factor
decisivo de esta crisis que ha generado superficialidad e inestabilidad en el ámbito familiar
En la actualidad se le ha quitado cierta responsabilidad a
la familia, asumiéndola otras estancias
sociales como lo es la escuela y
los programas de salud. La familia en esta época postmoderna ha sobrevivido en su quehacer diario, arropada por rutinas, dogmas
y normas. Esto es cada vez más complejo por la presión social que no está dirigida a promover la estabilidad familiar, por eso
crece el riesgo de inestabilidad y de ruptura, si bien es cierto, esta es también la
razón de fundamentar las relaciones familiares auténticas, sustentadas en un
código de valores que garantice el desarrollo personal de los miembros y
facilite la autonomía y la solidaridad.
Es necesario hacer un alto en el camino y adoptar las
prácticas de nuestros ancestros quienes basaban su estilo de crianzas en la formación y
transmisión de valores. Debemos asumir los cambios sociales y hacer que los
valores permanezcan inmutables.
El padre Dominicano
debe fomentar un adecuado apego a un sistema de valores que considere
necesario para la formación coherente y continua del grupo familiar del que es
responsable, considerando la participación de cada miembro de la familia y así
crear una filosofía de vida saludable. Ambos progenitores deben trabajar en pos
del bienestar aceptando el pluralismo y rompiendo con el esquema generacional
de autoritarismo desmedido al que hemos sido sometidos, esto garantizará una
evolución personal y psíquica. La
crianza en valores es fundamental en la
autonomía y progresiva independencia de los hijos.