Por:
Juana Mercedes Fernández
Rodríguez
Elsa Céspedes
En
la sociedad actual la concepción de familias se ha ido diversificando y
modernizando con relación a la familia tradicional, por los cambios acelerados
para dar respuesta a las necesidades y demanda de la sociedad actual, creando
múltiples estilos en el modelo familiar, los cuales han contribuido en la
insatisfacción y poca calidad de vida y bienestar. Nuestras familias cada vez
más viven en una constante búsqueda de la felicidad, pero son fallidos todos
los intentos. Algunos de los problemas que se anteponen al alcance de ese espacio creado para ser felices son:
desacuerdos de la pareja de como disciplinar los hijos, la dificultad que
tienen para negociar y definir los roles, la ausencia de comunicación efectiva
y asertiva, el mal uso de los bienes económicos, la inseguridad y falta de tiempo familiar.
La felicidad es el grado en el que una familia
evalúa positivamente la calidad de vida
en
su conjunto. Chapman señala que para lograr este estado emocional y la permanencia en el matrimonio es
importante tener en cuenta los cinco lenguajes del amor: palabras de
afirmación, tiempo de calidad, acto de servicio, dar regalo y el toque
físico, si la pareja descubre cuál es el lenguaje de su cónyuge, si
estos logran ponerse de acuerdo y sentir
bienestar, comprensión, aceptación y estimulo, tienen mayor posibilidad de mantener
un ambiente sano
y armonioso en el hogar proporcionado a sus hijos estabilidad emocional y calidad de vida.
Se han escrito muchos consejos, hábitos y secretos
para tener una familia feliz. El psicólogo Bruce Foile hace énfasis en el compartir y pasar tiempo
juntos, de los estudios realizado sobre felicidad ayudar a los demás tiene
vital importancia.
Existen indicaciones, recetas de cómo una familia
puede ser feliz, de que hacer para alcanzar esa felicidad tan deseada,
entonces, nos preguntamos: ¿cuál es la causa de tantos divorcios?, ¿de tantos
hogares disfuncionales?, tenemos muchas informaciones, pero nos falta lo
esencial, la disposición de querer cambiar, de dar pasos, ceder y darse a sí mismo, para
que desde esta actitud, pensando en los otros miembros como complemento de mi
ser, construyamos la felicidad como cimiento que fundamenta los lazos que unen
al hombre y a la mujer, y a los hijos procreados, planificados por los dos, por
lo que la felicidad no es un regalo es una conquista que se obtiene al vencer
los obstáculo del día a día.
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