Felisa J. Victoriano E.
Grimilda Veloz A
La familia podría ser descrita como un sistema. Este sistema es humano y se basa
básicamente en relaciones afectivas y/o consanguíneas, para facilitar el desarrollo
de quienes lo conforman. Las personas que forman parte de una familia tienen la
oportunidad, dentro y fuera de ésta, de adquirir ciertas estrategias de maduración
integral.
La familia, aunque definida de forma general, en la práctica es, en cada caso,
distinta. Toda familia que existe funciona; con reglas, principios, valores,
engranajes distintos unas de otras, dentro de su propio orden (que algunos llaman
desorden) funciona de la forma en que considera prudente para sus miembros.
El cambio está presente en todo sistema, y como
sistema vivo, la familia no es la excepción. Estos
cambios que se presentan en la familia suelen
darse tanto dentro como fuera de ésta, y sin
importar su naturaleza (interna o externa) y a
pesar de que cada familia es distinta, ninguna
escapa a esos cambios que afectan su dinámica de
manera constante.
Dentro de la dinámica familiar, están incluidas varias responsabilidades de sus
miembros, desde el cuidado de los hijos por parte de los padres, hasta el papel que
juega la familia como agente o institución educativa. Es en esta última
responsabilidad, donde la orientación educativa familiar jugará un papel
preponderante, ya que le corresponde establecer técnicas, elementos, recursos,
métodos que se encaminen a fortalecer las capacidades latentes que persiguen el
objetivo de reforzar los vínculos que unen a los miembros del sistema familiar con
los del sistema escolar para que puedan alcanzar los objetivos que ambas
persiguen en la formación de individuos críticos, creativos, libres, autónomos,
responsables, que sean dueños y amantes conscientes de su propia vida y
acciones, a la vez que respetan la vida y las acciones de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar la publicación